lunes, 16 de febrero de 2009
Organización política: templos y palacios
Con los sumerios, la Mesopotamia estaba dividida en ciudades-estados, (también podríamos llamarlas “cíudades-templos”); cada ciudad con su territorio circundante era un templo, desde allí quien gobernaba se dirigía a la población. En esta etapa, la política y la religión estaban íntimamente relacionadas. El gobernante era el príncipe-sacerdote. El “sumo sacerdote” o “patesi, que representaba a la divinidad, aunque no era el dios, como en Egipto, en donde el faraón era ‘el mismísimo Horus”.
El sacerdote administraba el gobierno de la ciudad, los ingresos del templo, conducía a los soldados, vigilaba el mantenimiento de los canales y organizaba el culto. El templo desempeñaba entonces un papel fundamental. Era el eje de la vida política, religiosa y también económica
Después, con la expansión de las ciudades sumerias, la administración se hace más completa y se produce un cambio en las atribuciones del patesi, quien se dedicará en adelante exclusivamente al culto. Jefes militares convertidos en reyes desempeñarán el resto de las funciones.
Estos reyes mantendrán la división de la Mesopotamia en pequeños Estados: cada ciudad, por ejemplo Ur o Eridu, era un Estado en sí misma, con sus propios instituciones de gobierno, no dependía de un poder mayor regional ni imperial. Su único lazo de unión con el resto de ciudades-estados sumerias era la cultura: la escritura, las creencias y el lenguaje. Esto se mantiene hasta la unificación realizada por los acadios.
Los acadios organizaron el primer imperio o Estado unificado de la Mesopotamia. Su poder era reconocido por casi todas las ciudades mesopotámicas. Su organización política, a diferencia de la sumeria, tendrá como elemento más importante el palacio; el rey posee mayor poder que los sacerdotes. Hamurabi, rey de Babilonia, completará posteriormente este período, perfeccionando la organización política, militar y administrativa. Pero los reyes más poderosos de Mesopotamia fueron los asirios. Su imperio fue el más poderoso formado hasta el momento en toda la región. Sus audaces y crueles guerreros organizaron los sistemas de defensa de la zona y un ejército permanente compuesto por la infantería, la caballería y los carros de guerra.
El rey asirio vivía rodeado de cortesanos. Todos los súbditos del imperio eran servidores del monarca y le debían obediencia absoluta, tanto el campesino como los ministros. Todos eran servicio les ante el rey, como si fueran esclavos. Desde su lujoso palacio gobernaba provincias y reinos con férrea mano. Su poder despótico, sin límites de ninguna clase, está descripto por sus propios relatos de campañas, donde se enumeran las cabezos cortadas, las destrucciones de ciudades, las matanzas y mutilaciones, con orgullo y lactancia.
En síntesis: Hasta la formación de los grandes imperios semíticos (acadios y asirios), la organización política de la Mesopotamia se basaba en “ciudades-estados”, que comprendían un núcleo urbano y el área rural circundante, con un régimen económico y político independiente.
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