
Esto era tan fácil que el jugador que lograba marcar un “gol” era declarado vencedor, tañendo derecho a reclamar a los esperadores sus ropas y objetos valiosos. Sin embargo, la gente, habitualmente, se las arreglaba para emprender la huida entes de que el jugador pudiese llevar a cabo sus propósitos.
Los nobles gustaban de la música, del canto y de las representaciones. Las casas ricas contaban con su orquesta propia y artística.
A veces, los aztecas se entretenían practicando otros juegos menos deportivos. Ofrecían plegarias a la Quinta Flor, el dios del juego, con la esperanza de ser afortunados. Muchos se jugaban así todo lo que tenían, incluso las ropas, viéndose obligados luego a venderse como esclavos.
1 comentario:
esta muy interesante
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